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Vino y arte en Navarra: la crianza de una pareja

25 mayo | 2018

“El vino es la única obra de arte que se puede beber” así el escritor Robert Louis Stevenson describe el vino, como un estilo de arte. Es verdad que se encuentran similitudes entre la elaboración vitivinícola y la creación artística: en las dos, la belleza del producto final dependerá de cómo el artista o el enólogo ponen en valor los elementos de los que dispone para que manifiesten lo mejor de sí mismos. Además, como cada obra, cada vino es singular y tiene su propio estilo.

En Navarra la relación entre estos dos mundos no se explica solamente a través de esta comparación. Su romance es más complejo y todas sus aventuras deben ser narradas para entender esta pasión. Vino y arte son dos prácticas ancestrales en la región.  Hace siglos que las dos artes nacieron y se unieron: en la época romana la viña fue representada sobre las sepulturas. Esta relación se consolidó y se reforzó a lo largo de la historia navarra En los inicios de la Edad Media, cuando todo el Occidente “se hubiera revestido por todas partes de un blanco manto de iglesias” (Raúl Glaber, 1003), las iglesias de Navarra se cubrieron de verdes cortinas de viñas. Es el caso de la iglesia fortaleza de Santa María de Ujué construida en el siglo XII. El templo posee una de las portadas góticas más decoradas de Navarra en la que se aprecian relieves alusivos a la vendimia.  Otro ejemplo, cercano a esta localidad, es la iglesia de Santa María la Real en Olite (S.XIII) en cuya portada se extiende un magnífico viñedo tallado y pintado.



Inicios de la comunicación y promoción del vino 

Las bondades del vino han sido exaltadas por la música, por ejemplo en las canciones de los trovadores del Camino de Santiago, en los cantos más populares vascos del siglo XIX o hasta hoy en día en las “jotas” tradicionales. Estas obras fueron los primeros medios de comunicación y de promoción del vino.  En la Edad Media, la recreación de las viñas en las portadas de las iglesias servía para promover su conocimiento entre la población cuya mayoría no sabía leer. Al contar con esa magnífica representación localizada en un lugar prominente de la fachada, en la entrada, otorgaba relevancia a la viticultura como si hubiera sido una actividad agraria primordial en Navarra.  Estas técnicas de divulgación cultural fueron generalizadas. Con las canciones de los trovadores y el Camino de Santiago, la imagen del viñedo navarro viajó cruzando sus fronteras. Ahora, es el cine, el séptimo arte, el que permite que la Denominación de Origen atraviese el océano Atlántico y llegue a Los Ángeles, por la película oscarizada "Tres anuncios en las afueras" de Martin McDonagh (2017).

En un ensamblaje no debe de ser ensalzado sólo uno de sus protagonistas, sino todas las partes que intervienen en él para crear la armonía total. Ocurre lo mismo con el arte y el vino: el primero sirve para poner en valor al segundo. Por otro lado, la arquitectura de las bodegas muestra que el contrario existe igualmente. El vino se pone al servicio del arte.  Las bodegas no sólo se limitan a ser meros espacios de elaboración, sino también son lugares de expresión y exposición artística ya que algunas son auténticos museos o galerías de arte.   

Patrimonio y cultura

El objetivo de los artistas no es únicamente reproducir la belleza. Según algunos filósofos,  ellos deben revelar la esencia de las cosas a través de su actividad. En Navarra, el vino y la viña se presentan como elementos fundamentales del patrimonio y de la cultura. Este hecho fue subrayado durante el Día Movimiento Vino D.O. que tuvo lugar en Pamplona el 12 de mayo de 2018 por el presidente de la Denominación de Origen Navarra, David Palacios que habló de “un patrimonio cultural”.



Porque el arte y el vino se ensamblan para crear una identidad regional. En un antiguo cántico sobre la Valdorba al que el artista Benito Lertxundi pone música se dice un “río de vino de uva”: con esta metáfora el néctar se ancla en el paisaje de este valle, en la tierra navarra. Es así como el producto cultural evoluciona de manera intrínseca a la tierra y se transforma en un producto natural. Éste nace en las bodegas que se convierten en monumentos en los que se enseña el secreto de los vinos de la D.O. Navarra al tiempo que se disfruta de su arquitectura. Estos edificios, lugares del vino,  adquieren un nuevo carácter y otra dimensión de interés público y turístico.

El vino como novela de un territorio

Por todas estas razones, la identidad cultural define a los vinos de la D.O. Navarra en un contexto y un momento en el que se promueve el consumo del producto local, de cercanía, con autenticidad. Estas características se encuentran dentro de las botellas D.O. Navarra: cada una de ellas es el epílogo de un relato que no puede ser novelado en otro territorio.

En su relación con el vino, el arte actúa de una manera muy especial. A diferencia de la corriente artística Vanitas centrada en el paso del tiempo, en el devenir de la vida y el final ineludible del ser humano, vino y arte se funden en el presente para atestiguar el pasado con una vocación futura e inmortal.   

Pauline´s Wine

 

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